En los talleres de AMG ubicados en Affalterbach, nace el GT con un corazón 4.0 V8 Biturbo con nada más y nada menos que 510 caballos de potencia, chasis de aluminio, tecnología de punta y una apariencia que impresiona a quienes lo ven.
Mercedes AMG GT S. Original de punta a punta.
Mercedes dejó en claro que el GT fue exclusivamente diseñado de puta a punta y no trae herencias de modelos anteriores. Estas originales ideas sobrepasan un precio de 165.000 euros, pero con la sensación de volar sobre el suelo parece que es poco el valor pagado.
Sólo basta verlo por dentro para querer sentarse cómodamente en sus asientos deportivos y quedar a unos pocos centímetros del pavimento. Es necesario mantener cierta agilidad para evitar irregularidades en el asfalto.
Al estar al volante se observa una consola central que recuerda un caza de combate. En el conjunto de pulsadores encontramos el botón de encendido que pone a girar el motor.
Quien lo enciende piensa primero que todo en la manera de salir de la ciudad para beberse el pavimento en una vía que permita mayor velocidad.
Todo el conjunto es movido a gasolina sin plomo.
Se puede optar por dos programas de conducción en su mando AMG Dynamic Select, de los cuales, si elegimos el Confort se activa el “Start & Stop” y si se deja de acelerar en el rango de 60 y 160 km/h, los notorios neumáticos que son fuera de serie tienden a frenar el conjunto. Este sistema no es muy llamativo pero es una gran alterativa ya que mejora notablemente el consumo de la máquina.
El acelerador siempre espera listo.
El AMG GT S, no es un coche tranquilo, tanta potencia es difícil de domar. La suspensión que puede graduarse en tres formas, se mantiene siempre firme ya que es un auto preparado para el andar dinámico. El sistema de cambios posee un doble embrague y siete posiciones. Toda la programación está ideada para sacar el máximo en velocidad y el brío se deja sentir con sólo rozar el acelerador.
En solo 10 segundos puede pasar del reposo a los 185 km/h, y los mismos 10 segundos los tarda en recuperar de 120 a 220 km/h.
Puede alcanzar hasta los 310 km/h. ¡En un abrir y cerrar de ojos se pierde de vista!
EL GT, como es la tradición de AMG, es ensamblado artesanalmente y su carrocería de aluminio pesa unos ligeros 231 kilos. Posee un programa Race, que nos permite arrancar con una potencia que se deja ver en los neumáticos traseros, los cuales pueden llegar a presentar derrapes, pero controlados gracias al diferencial electrónico. El eje trasero no esconde las sacudidas que se sienten en todo el recorrido si andamos a toda potencia en el circuito. La puesta a punto fue desarrollada en Nürburgring.
El rugido se nota.
El motor de esta creación no puede disimularse ni en las pistas de carreras, ya que su música destaca por sus 510 CV.
Aunque en materia de frenos no es muy brillante, su respuesta es buena aunque hay opiniones sobre la ventaja de utilizar opciones de cerámica en el sistema que aunque aumenta en coste en 10.378 euros, solo sería un detalle en comparación con el precio de la criatura.
La dirección es bastante suave y hace que un conductor no profesional de las carreras tome más tiempo en acostumbrase a percibir lo que ocurre debajo de las ruedas delanteras. Las modalidades Sport y Sport+ hacen endurecerla en cierta medida.
Para el consumo que tiene a marcha rápida, los 65 litros de combustible quedan cortos.
En seguridad activa el GT S no escatima. Está equipado con sistemas de última tecnología en el Collision Preventio Assist Plus.